Fraternite Notre Dame | HAITI
Fraternite Notre Dame: Haïti

Haiti

En Haití, la Fraternité Notre Dame trabaja en el departamento del oeste, al este de Port-au-Prince, en las montañas de Petion Ville; no hay ni carretera, ni agua, ni electricidad. Las personas vienen de muy lejos en las montañas para recibir la asistencia de nuestros misioneros.

La Fraternité Notre Dame trabaja desde hace más de 17 años: escuela, orfelinato, centro de salud, distribución de productos alimentarios para los niños mal nutridos y las madres que amamantan, ayuda a la agricultura y a distintos proyectos comunitarios.

La Fraternité Notre Dame se ocupa también de una escuela maternal, primaria y secundaria para más de de 300 alumnos con programa de cantina escolar y seguimiento médico de los alumnos en las campañas de vacunaciones.

Esta escuela había abierto a petición de la población de las montañas ya que los padres se encontraban en la obligación de enviar a sus niños muy jóvenes a la ciudad para poder estudiar convenientemente ya que no había escuela para ellos a la montaña. Estos niños se encontraban separados del hogar familiar a una edad demasiada joven, abandonados más o menos a ellos mismos o a la responsabilidad de un familiar alejado o un amigo, que no se ocupaba correctamente de estos jóvenes niños.

Durante el terremoto en Haití, la escuela y el dispensario fueron completamente destruidos así como un 70% de las casas de vivienda de esta zona de la montaña.
Milagrosamente ningún alumno de la escuela fue herido.
La población en estas montañas vivía en condiciones de terrible pobreza antes del terremoto. Han perdido ahora lo poco que tenían.

Algunos días después, Monseñor Jean Marie, el Fundador de la Fraternité Notre Dame pidió en refuerzo religiosos, entre los cuales una Religiosa que es médica, para asistir a estas poblaciones en necesidad.

La Fraternité Notre Dame envió medicamentos de primera urgencia, material médico, alimentos, agua, vitaminas, tiendas y equipamiento de camping, cobijas, purificador de agua, herramientas para instalar el campo y reiniciarlo todo.

Allá, nuestros misioneros pudieron coordinar la ayuda humanitaria para estas poblaciones olvidadas de la montaña: cientos de toneladas de comida, agua, productos de higiene, toldos, cobijas fueron distribuidas con el apoyo de los ejércitos americano y canadiense, USAID, PAM, OIM, UNICEF, otras Organizaciones Internacionales y ONG.

El dispensario pudo abrir de nuevo rápidamente, en primer lugar bajo un toldo de fortuna, luego bajo una tienda otorgada por UNICEF. La gente camina mucho para venir a consultar: hasta 5 ó 6 horas de marcha y aún más.

Cuando los pacientes no son capaces de caminar, llegan a espalda de caballo o de asno. Las consultas son gratuitas y los medicamentos también. Son tan pobres que no pueden pagar las consultas al hospital ni los medicamentos.

Queda mucho por hacer y las condiciones de vida son muy difíciles, pero la vida empezó de nuevo y la presencia de nuestros Religiosos que aceptan de compartir su vida suscitó la esperanza entre estas personas desamparadas y estimuló su energía. Están siempre dispuestos a ayudar para los proyectos comunitarios y rezan con nosotros a todas las intenciones de nuestros benefactores.

Exactamente un mes después del terremoto, el 12 de febrero, pudimos abrir de nuevo la escuela con la ayuda del UNICEF que proporcionó tiendas y material escolar.

Tres otras grandes tiendas proporcionadas por el UNICEF se instalaron cerca de la primera. Pero las condiciones de enseñanza siguen siendo difíciles: solamente tres pizarras perforadas rescatadas de los escombros para ocho aulas, casi no hay sillas ni mesas, no hay salarios para los profesores porque el ayuntamiento puso a todos sus empleados en disponibilidad...
Sólo cinco bancos no se aplastaron en el seísmo. La mayoría de los 300 alumnos estudian sentados sobre cajas de madera que habían servido de embalaje para las tiendas, o sobre una tabla colocada sobre dos rocas. ¡Pero es difícil de escribir en estas condiciones y aún más aprender a escribir!

Después de las ayudas de emergencia prodigadas durante el primer mes que siguió el terremoto del 12 de enero de 2010, Monseñor Jean Marie sigue ayudando los esfuerzos de nuestros misioneros que siguen trabajando en Haití.

Poco a poco, la vida tiende a reanudar un curso normal, aunque las poblaciones están muy traumatizadas aún por el terremoto.

Sin embargo se quedan muchas dificultades a superar. La temporada de las lluvias comenzó y, con la declividad y la falta de infraestructuras, los niños tienen los pies en el lodo. Tenemos por supuesto el proyecto de reconstruir los edificios escolares en materiales duraderos, pero es necesario encontrar los fondos; por ahora, sería urgente poder hacer una capa en hormigón para sanear el suelo de cada tienda.

- El UNICEF proporcionó letrinas para la escuela al final del mes de abril. Los profesores, los padres y los alumnos participaron en la instalación. Trabajaron de buen grado juntos en estos trabajos comunitarios para mejorar su escuela.

Los militares americanos ayudaron a hacer 40 bancos con mesas de escuela; una escuela irlandesa decidió ayudarnos a hacer otros, y proporcionar pizarras y potes para la cantina.

3 de mayo de 2010:

Esta semana por primera vez la cantina ha funcionado. Desde el 12 de febrero, fecha de reapertura de la escuela, después del terremoto, no habíamos podido distribuir a los niños a manera de comida sino las galletas proteínicas otorgadas por el Programa Mundial de Alimentos. La primera semana de mayo, pudimos servir a todos los alumnos por primera vez una verdadera comida gracias a la generosidad de amigos haitianos que nos ofrecieron arroz y judías secas en cantidad suficiente para hacer funcionar la cantina durante un mes. ¡Para el mes que viene, nos entregamos entre las manos de la Providencia Divina!

11 de mayo:

Acompañamos los camiones que transportan para nosotros las paletas que Monseñor Jean Marie nos envió desde Chicago. El río es todavía alto, nuestros amigos de Mayette abren la vía a pie delante del coche para buscar los lugares donde el agua es menos profunda. ¡Travesía difícil y sinuosa pero conseguimos a cruzar a pesar de todo y los camiones también! ¡Qué alegría para nosotros de descubrir todo lo que nos enviaron de Chicago! ¡Las familias más pobres de la montaña, las que perdieron todo durante el seísmo serán mimadas! ¡Muchas gracias a Monseñor Jean Marie!
...pero lo más importante entre todos los programas de ayuda, es la oración, los Sacramentos, la Santa Misa. Desde nuestra llegada, oíamos como un leitmotiv:

"Agradecemos la Santísima Virgen, es gracias a Ella si somos aún vivos",
" Dios fue Él que nos protegió"...

La gente tenía sed de agradecer, intensificar su vida religiosa.
Cada mañana, el Santo Sacrificio de la misa está celebrado; ¡cada mañana, la gente viene por ello, haciendo a veces más de 4 horas de camino ida y vuelta para venir a rezar!

¡El Viernes Santo, más de 800 personas participaron en el Vía Crucis en una gran procesión de varios kilómetros! 200 personas asistían a la Misa de la Resurrección y el día siguiente en la mañana, nuestros religiosos recorrieron 8 horas de marcha, o incluso de escalada, para ir a celebrar la Misa sobre el monte Chacha, la montaña del otro lado del río. ¡Cansancios apostólicos, pero cuánto recompensados!

- el problema del agua es crucial. Fuentes situadas a la cumbre de las montañas fueron agotadas por el terremoto. Los especialistas dicen que unas fallas se crearon en el subsuelo y que eso modificó los trayectos del agua subterránea. ¡Actualmente, los habitantes y los religiosos de la Fraternité Notre Dame deben caminar durante 2 horas para traer un cubo de agua!
Nuestros misioneros prepararon un proyecto para transportar el agua hasta esta zona. Es un trabajo enorme que debe hacerse. Al esperar, intentan establecer instalaciones provisionales para recoger el agua de lluvia en pequeños tanques de 500 galones para cada grupo de casas. El coste de esta instalación básica es de US $ 1.000 por unidad y esperan poder instalar 20 de ellas.

- Después de las ayudas urgentes de los primeros meses, la Fraternité Notre Dame coordinó distribuciones de comida con el Programa Alimentario Mundial y la seguridad de la Policía Internacional de las Naciones Unidas. Más de 132 toneladas de comida se distribuyeron así equitativamente a cada familia de la 6.a sección comunal de Pétion Ville, en las montañas al sureste de Puerto Príncipe. Eso representa alrededor de 2500 familias alimentadas durante 2 meses.

- En coordinación con la FAO, la Fraternité Notre Dame organizó una distribución de herramientas y semillas a las 1.000 familias más pobres. Esta ayuda fue apreciada aún más que la distribución de comida. ¡Dar a una persona algunos medios de trabajar, es volverle a dar su dignidad de ser humano!

- Los refugios provisionales no eran realmente impermeables y la situación se hizo muy difícil durante la temporada de las lluvias. Eso tuvo serias consecuencias sobre el estado de salud de las poblaciones: bronquitis, infecciones pulmonares crónicas, asma, anginas, gripe…
Nuestro dispensario está sobrecargado. Los pacientes caminan durante más de 5 horas en la montaña para venir a las consultas. Si no pueden caminar, vienen a espalda de caballo o de asno. Las consultas médicas y los medicamentos son gratuitos. Y si tienen que consultar a un especialista, los llevamos en un hospital de la ciudad.
Muy a menudo vienen a llamar a la Hermana médica para una persona muy enferma que no puede transportarse o para un parto que pasó mal: 2 horas, 4 horas, 6 horas de marcha en las montañas para dar cuidados médicos a estas personas, reconfortarles, rezar con ellas...

Al dispensario, además de la atención medical, 1.500 niños benefician de un programa de nutrición.

El espectro del cólera viene ahora empeorar la situación. No hay duda: más que nunca necesitamos ayuda para nuestros hermanos y hermanas haitianos.
Gracias por su interés, les agradecemos por su apoyo y esperamos realmente que seguirán ayudando nuestra acción.
Todos los días rezamos por nuestros benefactores.