La Bienaventurada Virgen Maria
La Bienaventurada Virgen María y Fraternite Notre Dame
Este pasaje del Santo Evangelio es muy significativo para nosotros, Siervos y Siervas de Nuestra Señora y nos hace descubrir quien es verdaderamente la Bienaventurada Virgen María.
"Ahí tienes a tu Madre", dice Jesús a San Juan que nos representaba todos. No podemos tomar esta palabra ligeramente; Cristo nos da a su Madre al momento más patético de su misión en este mundo.
Un moribundo no habla para decir nada, son sus últimas voluntades que dicta. Atado a la Cruz, nos deja lo que más quiere sobre la tierra, dándonos por madre a su propia Madre.
Así pues, nosotros, Siervos y Siervas de Nuestra Señora, queremos tomar María en casa nuestra con el fin de realizar la última voluntad de Cristo que nos invita a tomar a su propia Madre en casa nuestra, al ejemplo de San Juan.
Por eso le abrimos muy grandes las puertas de nuestra vida y queremos darle su verdadero sitio a lo largo de nuestros días.
Sabemos que al ponernos a su escuela, encontramos en Ella, el perfecto ejemplo a seguir, con el fin de reproducir más perfecta y más seguramente a Cristo en nuestra vida. La Santísima Virgen María es realmente nuestra educadora.
En el misterio de la Visitación, se puede decir que María es movida por el Espíritu Santo. Por esto mismo llega a ser la Mensajera de Dios y todavía actualmente, constatamos que es, una vez más, el mismo Espíritu Santo que envía a María como Mensajera de Dios en sus Apariciones sobre la superficie del globo.
Lo constatamos por decirlo así diariamente por las Apariciones de esta Buena Madre de las cuales es favorecido nuestro muy venerado Fundador, Monseñor Jean Marie. Cada mes, Ella viene a visitar a su pueblo oficialmente con esta misma caridad, esta misma compasión.
Viene a recordarnos las exigencias del Santo Evangelio de su divino Hijo y a menudo, empujada por el mismo Espíritu Santo, profetiza sobre los acontecimientos que deben venirse, con el fin de incitar el pueblo de Dios a una verdadera conversión.
Ésta es la razón por la cual nuestra Congregación Fraternite Notre Dame medita muy a menudo por una parte sobre la Pasión de Nuestro Señor, y por otra parte sobre la Compasión de María y sobre su mediación, finalmente sobre sus dolores.
"Estaban al mismo tiempo junto a la cruz de Jesús su Madre, y la hermana de su Madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Habiendo mirado, pues, Jesús a su Madre y al discípulo amado que estaba allí, dice a su Madre: " Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego dice al discípulo. "Ahí tienes a tu Madre." Y desde aquel punto encargóse de Ella el discípulo en su casa."
(S. Juan 19, 25-27)
Nuestra devoción, nuestro gran amor por la Santísima Virgen María se manifiesta exteriormente por el hecho de que solemnizamos las fiestas que le son consagradas así como el primer sábado de cada mes, dedicado a su Corazón Doloroso e Inmaculado.
Solemnizamos también el mes de mayo y el mes de octubre que le son consagrados y el 14 de cada mes. Cada día, comenzamos nuestros días por el canto del Ave Maris Stella en señal de nuestra consagración a su Amable Persona.
Cada día, rezamos el Santo Rosario seguido entre otras cosas de las letanías de Loreto. Después de las Grandes Horas del Oficio divino salmodiamos la Súplica a María, propia a nuestra Congregación.
El 22 de agosto, celebramos la fiesta del Corazón Doloroso e Inmaculado de María, Madre, Patrona y Protectora de nuestra Congregación.
Amamos y veneramos las imágenes, iconos y estatuas representando nuestra Madre Inmaculada.