Señor Jesús, al pensamiento que Tú, el Inocente fuiste condenado a muerte debido a nuestros pecados, me uno a la Virgen de los Dolores que, sabiéndote entre las manos de tus enemigos, repitió en el fondo de su Corazón esta palabra que conmovió a tu Padre:
"Dios mío, hágase tu voluntad y no la mía"
¿No está al pie de la cruz, en este libro escrito con letras de sangre que todos los santos y todas las almas generosas aprendieron a amar, a seguir a Jesús y María?
El papa Benito XIV declaraba: "de todas las prácticas de devoción a la Pasión de Nuestro Señor, el Vía Crucis es el más eficaz para convertir a los pecadores, devolver el fervor a los indiferentes y perfeccionarlo en los justos."
El vía Crucis se compone de 14 Estaciones representando los más destacados momentos de la Pasión de Nuestro Señor desde la condenación a muerte hasta su sepultura. Con Nuestra Señora, seguimos a Nuestro Señora lo largo del camino que lo llevó al Gólgota y meditamos sobre cada estación mientras que imploramos misericordia por los fieles difuntos.
Encontramos en el Vía Crucis el consuelo en las pruebas; e incluso, San Leonardo de Port Maurice nos asegura que "la práctica del Vía Crucis es un medio muy eficaz contra las calamidades privadas o públicas."
Al meditar el Vía Crucis, no podemos olvidar la Compasión de Nuestra Señora y su mediación, porque María tuvo una parte secundaria en el misterio de la Redención, sin ninguna duda, pero una parte real y extraordinaria.
"Te adoramos, o Cristo y Te bendecimos;
porque redimiste el mundo por Tu Santa Cruz"