Fraternite Notre Dame | Las Apariciones

Las Apariciones

"Las Apariciones de Nuestra Señora en Le Fréchou, en el suroeste de Francia"

Nuestra Señora a Monseñor Jean Marie en el 10 de junio de 1977:

"Soy María, Madre de Misericordia y Madre de la Iglesia. Deseo que mis hijos vengan aquí en peregrinación. Vendré el 1ro y el 14 de cada mes... y escucharé las suplicaciones de mi pueblo. Mi divino Hijo eligió para mí este rincón de tierra para que yo haga refulgir mi Misericordia. Que este bosque bendito, que a partir de ahora me está consagrado, sea un lugar de oración, de penitencia y de misericordia."

Mientras que lágrimas corrían sobre el rostro de Nuestra Señora, Monseñor Juan María le preguntó interiormente la razón de sus llantos. Ella respondió:

"Lloro por la Iglesia, por Francia, y por el mundo."

 

Ya son más de 40 años que La Bienaventurada Virgen María se le aparece a Monseñor Jean Marie.

40 años de gracias especiales, de milagros numerosos y variados; 40 años que han sido testigos de miles y miles de peregrinos, que se han acercado de distintas partes del mundo, y que han venido a arrodillarse a los pies de la Inmaculada, en este pequeño Bosque, para presentarle sus súplicas. Porque han depositado su confianza en las palabras de esta Buena Madre:

"(...) Escucharé las súplicas de mi pueblo."

Y Ella, la Virgen Fiel, mantuvo su palabra. ¡Cuántos pueden ser testigos de su bondad maternal!¡Cuántos pueden dar testimonio de los más sorprendentes milagros, de los cuales han sido los afortunados beneficiarios! ¡Y quién no ha derramado lágrimas de emoción durante la Santa Misa de la Aparición!

Cuando el Cielo se inclina sobre la tierra y se abre para dejar que la tierra se beneficie con el tesoro más precioso del Cielo: la Admirable y Tan Humilde Virgen María, Reina de los Ángeles y de los hombres, qué gran emoción siente aquél que ha sido escogido para ser su confidente, Monseñor Jean Marie.
Es como un momento de Eternidad que envuelve la tierra durante un tiempo bien específico.

Y las personas humildes no se equivocan. Reconocen y sienten, dentro de lo más profundo de su ser, que María Inmaculada visita la tierra. Se producen emociones indescriptibles, sentimientos interiores. Para poder comprenderlo, es necesario experimentarlo personalmente, ser parte de este momento especial. Estando allí en persona, al pie de esta Buena Madre, uno puede ser tocado por algo que es muy difícil de alcanzar, uno puede saborear este descanso del corazón, en este humilde refugio de paz.

Se trata, por ejemplo, de la pequeña Elodie, de 6 años de edad, que viene a agradecerle a Nuestra Señora de Frechou por haber curado sus piernas. En verdad, sus rodillas se juntaban tanto que casi no podía caminar. Tan pronto cuando ella llegó a la entrada del Bosque bendito, ella como su madre y su abuela se dieron cuenta de que sus piernas estaban bien derechas, ¡y que ya no tenía ninguna anormalidad!

En cuanto a Didier, Brígida y muchos otros, ellos recibieron la gracia de contemplar la Santa Faz en la Hostia durante la Santa Misa de la Aparición de la Virgen.
Una peregrina completamente impedida, la cual sólo se podía mover en silla de ruedas, de repente recuperó el completo uso de sus piernas un 14 del mes, durante la Santa Misa.
También una joven pareja, los cuales no podían dejar de llorar a causa de su bebé, ciego de nacimiento, no pudieron contener su alborozo cuando notaron que su querido hijo había sanado completamente.
Otra peregrina, afectada de cáncer del pecho, después de haber aplicado la Medalla de la Misericordia (la medalla que la Virgen María nos dio en Le Frechou) a la parte enferma de su cuerpo, al visitar luego al médico se le informó que su enfermedad había desaparecido por completo, y al mismo tiempo notó que la medalla había dejado una impresión permanente sobre su carne.

En Níger, África, un hombre con su mano completamente infectada se acercó voluntariamente y con mucha fe a una de las hermanas de nuestra Congregación para que unte su mano con el aceite bendito proveniente de Le Frechou. Al día siguiente regresó triunfante con su mano completamente curada.

Cuántos son los que no se habían acercado a los Sacramentos por más de 25 o aún 30 años que sintieron un profundo deseo de ser escuchados en confesión para poder nuevamente tomar la Comunión y frecuentar la Iglesia nuevamente, para comenzar de nuevo con una vida más digna. Numerosas personas afectadas por enfermedades graves que vinieron a rezar al Bosque bendito, descubrieron luego con sus doctores que sus enfermedades habían desaparecido totalmente.

Tantos y tantos otros milagros han ocurrido en los últimos 30 años, y cada 14 del mes es nuevamente una fuente de gracias para los peregrinos. Cada uno de ellos regresa a su hogar con paz en su corazón, ¡y sólo esto ya es un milagro!

Por supuesto, todas las Apariciones, tanto las reconocidas como las no reconocidas, no constituyen un dogma de la fe. Cada individuo es libre de creer o no creer en ellas. En cuanto a nosotros, estamos profundamente convencidos de las visitas de Nuestro Señor Jesucristo y de la Santísima Virgen María a este pedazo de tierra en Le Frechou. Y por eso, nosotros, los Siervos y Siervas de Nuestra Señora, hemos decidido ser Religiosos de esta Congregación, como lo pidió Nuestra Señora a su Confidente.
Y para nosotros, tener la oportunidad de vivir bajo la tutela de semejante Padre y Fundador es verdaderamente nuestra alegría más grande y la gracia más grande que pudimos recibir. Sabemos y afirmamos que hemos escogido la mejor parte. Si ustedes sienten el Llamado, ahora pueden también experimentar la misma gracia, el mismo júbilo.

Nuestra Congregación ha venido creciendo durante 40 años, y estamos presentes en los Estados Unidos, Francia, Haití, Martinica, Níger,... y pronto en otros países, siempre tratando de lograr la salvación de las almas, al servicio de los más pobres y los menos privilegiados.

Hermana Marie Virginie + snd