La imagen de Jesús mostrándonos su Sagrado Corazón; la imagen de Jesús todo radiante de Misericordia, es para nosotros una oportunidad de regocijo al ver, en esta imagen, el Amor Misericordioso que procede de su Sagrado Corazón.
"Venid a Mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que Yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón: y hallaréis el reposo para vuestras almas. Porque suave es mi yugo, y ligero el peso mío".
(San Mateo, Cap. XI, v. 28-30)
Estas palabras de Nuestro Señor son también una invitación a hacer reparación por las ofensas que recibe el Corazón Sagrado y Misericordioso de Jesús. El Sagrado Corazón le expresó tanto a Santa Margarita María su ardiente deseo de ser amado por los hombres y de que se alejasen del camino de la perdición. Apareció ante ella para manifestar su Corazón ante el mundo, con todos los tesoros que contiene: amor, gracia, misericordia, santificación y salvación.
Santa Margarita María Alacoque es una Monja Visitandina de Paray-le-Monial (Francia), quien murió el 17 de octubre de 1690, a la edad de 43 años, después de 20 años de vida religiosa transcurrida en sufrimiento, pero sin embargo, llena de los favores divinos más especiales.
Nuestro Señor expuso ante ella su divino Corazón y le reveló todos los secretos que el Mismo contiene. Nuestro Señor mismo nombró a Santa Margarita María " discípula amada de su Sagrado Corazón". Aún más, la estableció como heredera de su divino Corazón.
Nuestro Señor le expresó, en particular, cómo quería que las almas se consagraran a su Corazón, para unirse a las acciones inefables de su vida interior; y que al consagrar nuestro corazón al Corazón de Cristo, nos unimos en un sólo corazón con Él; y que una sola acción debe dominar por completo nuestras vidas: el amor hacia el Corazón de Jesús y la inmolación, por acción del amor, a su Divino Corazón.
También le reveló a Santa Margarita María cómo, por su exceso de amor hacia todos los hombres, Cristo se olvidará del pasado, siempre y cuando su Divino Corazón sea objeto de un poco de nuestro amor.
A esta humilde monja, le explicó que debemos venerar su divino Corazón como a un corazón de carne, con la herida de la lanza aún visible, rodeado de llamas, que tiene una corona de espinas y, encima, una cruz.
"Contempla este Corazón que tanto amó a los hombres, que no se detuvo ante nada, al punto de extenuarse y consumirse para demostrarles su amor. Y como retribución, recibo de la gran mayoría su ingratitud a través de su irreverencia y sus sacrilegios, y a través de la frialdad y el desprecio que dirigen a este Sacramento de Amor"
(Nuestro Señor a Santa Margarita María, año 1675)
Ciertamente, el Corazón Doloroso e Inmaculado de María sólo ha latido por el Sagrado Corazón de su Divino Hijo.
Esta Virgen Admirable conoce todos sus rincones secretos; ¿no fue Ella quien le dio a Cristo su vida humana?
Y Cristo se complació en su Criatura concebida sin pecado, llena de amor, bendita entre todas las mujeres.
Es por ello que es inconcebible la idea del uno sin el otro. Pues están fusionados el uno dentro del otro, sin jamás llegar a perder su propia esencia, como las llamas de dos velas que al unirse forman una.
Cada año, los frailes y monjas Siervos de Nuestra Señora festejan la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y el Corazón Eucarístico de Jesús (generalmente en el mes de junio).
Además, cada primer viernes del mes, también rendimos especial homenaje al Sagrado Corazón de Jesús, comulgamos en espíritu de reparación y recitamos el acto de desagravio. Para la ocasión exponemos el Santísimo Sacramento (ver La Sagrada Eucaristía).
Y cada primer sábado del mes, hacemos lo mismo en honor del Corazón Doloroso e Inmaculado de María (ver La Santísima Virgen María).