Santuario del Ecce Homo

Promesas del Ecce Homo

Durante la Semana Santa del año 2001, mientras que el cuadro del Ecce Homo estaba expuesto, Nuestro Señor hizo estas promesas a Monseñor Juan María.

- A todos los que, llenos de confianza, vengan a arrodillarse algunos minutos delante de este cuadro, con la intención de ablandar, reparar las innumerables frialdades e ingratitudes que recibo en la Santísima Eucaristía, los envolveré del manto de mi Dolorosa Pasión para guardarlos cerca de mí en este mundo y en el otro. Los tranquilizaré sobre su salvación eterna.

- A todos los pecadores que vengan a arrodillarse delante de este cuadro, expresión de mi Dolorosa Pasión, de mi abandono, de mi soledad, de mi humillación, de mi Sacrificio, les haré comprender y experimentar mi infinita Misericordia y la grandeza insondable de mi Amor por Ellos. En el nombre de mis lágrimas, los incitaré al arrepentimiento.

- A todos los enfermos que vengan cerca de este cuadro, para mirarlo con amor, les devolveré está mirada de amor y aliviaré sus sufrimientos si, llenos de confianza al mirarme, ellos invoquen también a mi Santísima Madre, la Madre de los Dolores.
Daré salud y ánimo a los deprimidos y desalentados. Que guarden sobre ellos mi Santa Imagen, y que la miren a menudo.

- Todas las almas sacerdotales y religiosas, los preferidos de mi Corazón, que no tengan miedo de venir a arrodillarse delante de mi cuadro bendito; Les haré comprender que su vida debe ser en armonía con mi Santo Evangelio.
Les haré comprender y si es necesario, llamaré a su corazón para decirles que deben ser fieles a los Fundadores de sus Órdenes, a su Santa Regla, a la Santa Iglesia. Los ocultaré en mis heridas sangrientas y triunfantes y pediré misericordia por sus pecados al Padre de las Misericordias. Les hablaré al corazón, de corazón a corazón para hacerles acordar que deben ser crucificados conmigo, que deben vivir en la abnegación, la pureza, la pobreza, con el fin de ser los consoladores y las consoladoras de mi Agonía que se prolonga cada día debido a los pecadores pero sobre todo debido a las almas consagradas y a las almas sacerdotales.

- A todos los que están atormentados por los malos espíritus de la carne y del orgullo, que vengan ante mi cuadro, que miren mi cabeza coronada de espinas y mis manos atadas. Les haré comprender cuánto les amo. Los sostendré en su combate y mi Madre Santísima intercederá por ellos para que puedan ser vencedores de sus pecados.

- Que las madres que causaron el aborto del fruto de su vientre vengan a arrodillarse con humildad y arrepentimiento, delante de mi cuadro.
Entonces, a pesar de su grave pecado, comprenderán cuánto les amo. Pondré de nuevo la paz en su corazón y les incitaré a hacer una buena confesión.

- A los presos, los rechazados de la sociedad, que sepan que comprendo sus dolores.
A los que están en prisión para cumplir su pena, que pasen estos días de dolor, de soledad en la oración y el arrepentimiento.
A los que pagan este dolor siendo inocentes, que recen, que recen mucho, seré su apoyo, su consolación.
A todos prometo venir a visitarlos en esta prueba muy dura, con mi Santísima Madre... Atado lo fui. ¡Encarcelado, humillado, lo fui también!
Que guarden mi Santa Imagen cerca de ellos.

- A los que lleven mi cuadro en procesión, concederé la gracia que sean llevados por los Ángeles el día de su muerte, y si debían ir al Purgatorio, enviaré a mi Santísima Madre a buscarlos para que solo hagan allá una corta estancia, para que sean introducidos en mi Reino en la paz y el amor.

Soy Jesús Rey de Amor...
Mi protección se extenderá sobre los que tengan confianza.
En vuestras preocupaciones, en vuestros sufrimientos, en vuestros peligros, volved la mirada hacia mi Santa Imagen y comprenderéis cuanto os amo.