Declaración sobre la Libertad Religiosa
del Obispo Jean Marie Roger Kozik
Fundador y Superior General de la Fraternidad de Notre Dame

Queridos amigos:

En estos tiempos en que la maldad extiende su poder a través del mundo, en que las tragedias y guerras fratricidas continúan sin cesar, unas tras otras, quisiera dirigirles estas pocas palabras que provienen del fondo de mi corazón de pastor. Como obispo católico y religioso consagrado, debo decirles que cada día rezo por todos ustedes, mis hermanos y hermanas en la tierra, para vuestro bienestar y vuestra salvación.

Mis amigos, estamos viviendo en unos tiempos muy singulares, presenciando un combate gigantesco que se está desenlazando entre las fuerzas del bien y del mal, que hace que sintamos que estamos viviendo en el fin de los tiempos, a pesar de que nadie sabe el día ni la hora en que ésto ocurrirá.

Sin embargo, con certeza vivimos en una época única en la historia. La profunda invasión del mal, en todas sus formas, ha hecho impacto sobre nuestra sociedad, incluso en sus más secretos cimientos.

La violencia y la inmoralidad, que parecen provenir directamente del abismo, las escenas de actos impuros que son promovidas con intensidad y están dirigidas hacia los jóvenes, la destrucción de la unidad familiar, las prácticas aberrantes hacia los niños, el secuestro de niños, la ingeniería genética... Las heridas que provocan todas estas faltas vergonzosas, que en el pasado eran escondidas por los causantes, ahora son, por el contrario, exhibidas abiertamente en público, y aún exaltadas, y se les concede una importancia jamás vista antes.

Estas imágenes parecen decirnos que la oscuridad es más luminosa que la luz, que la oscuridad es más atractiva que la luz, y en cuanto a la juventud, mis amigos, las almas de los niños se dejan llevar, se dejan ensuciar, porque no son capaces de defenderse.

Tantas imágenes dañinas, que se muestran en televisión y en otros medios, empañan los ojos de nuestros niños. Lo percibimos diariamente a nuestro alrededor y aún en los lugares más remotos del planeta. Las consecuencias devastadoras de nuestro mundo, dirigidas a toda velocidad hacia la búsqueda de placeres, alcanzan incluso a sitios aislados en medio del campo, a poblaciones inocentes, dejando a su paso sólo depravación y miseria.

La educación, y en especial, la educación religiosa, no está siendo dispensada con el propósito de nutrir a las generaciones jóvenes y a los adultos. Los valores morales son rechazados, y por eso siento que nuestro mundo se está desintegrando. Necesitamos guías religiosos que sean tolerantes y estén dedicados completamente a su tarea para brindar un mensaje positivo, un mensaje de Paz y Caridad.

En ocasión de este importante Congreso de Libertad Religiosa en Budapest, tengo el placer de compartir con ustedes estas reflexiones, pues en verdad, mi deseo más querido es que nuestro mundo pueda ser nuevamente un poco más religioso, un poco más sensible a los grandes principios que rigen a toda religión: los principios de Paz y de Unidad.

Creo fervientemente que la Tolerancia religiosa es un vector de Unidad. La Fraternidad de Notre Dame nos da un ejemplo de actividad interreligiosa. En nuestras misiones humanitarias a través del mundo, en nuestros orfanatos, en nuestras escuelas, etc., trabajamos en una muy buena relación con grupos espirituales de toda denominación y nacionalidad.

Para mi es un placer atender las necesidades de los más pobres, junto a ministros cristianos, personas con orientación musulmana o judía, y organizaciones que tal vez tengan una creencia o prácticas religiosas diferentes de la nuestra, pero que trabajan en la misma dirección, la de dirigirse a ayudar a los más destituidos.

Esta colaboración ha tenido lugar en los Estados Unidos, en África (especialmente en Níger, con nuestros amigos musulmanes) y en todas partes, pero lamento decirles que, desafortunadamente, esto aún no está ocurriendo en Europa.

La Fraternidad de Notre Dame inicialmente tuvo origen en Francia, hace unos 30 años. Desde su fundación ha sido tratada en forma muy peculiar.

Creada, diríamos que, por voluntad divina, hemos recibido tanto la aprobación como la desaprobación del mundo a nuestro alrededor y, en todo caso, nunca fuimos tratados con indiferencia.

Como pequeño grupo orientado hacia Dios y el vecino, y deseosos de proveer un bienestar tanto espiritual como material a aquellos que sufren, tanto en el cuerpo como en sus corazones, la Fraternidad de Notre Dame ha sido objeto de persecución desde sus comienzos, y de no ser por la protección especial del cielo, les confieso aquí mismo que nuestra Congregación no hubiera sido capaz de ponerse de pie después de tantos ataques.

¡Oh! Esos ataques fueron dirigidos a nosotros por otros religiosos, ciertos clérigos con malas intenciones. Aquí quisiera leer nuevamente con ustedes el Artículo 1 de la "Declaración sobre la eliminación de TODAS las formas de intolerancia y discriminación en base a religión o creencia", proclamada por resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 25 de noviembre de 1981:

"Todas las personas tendrán derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión. Este derecho incluye la libertad de profesar una religión o cualquier creencia a elección, tanto individualmente como en comunidad con otros, y en público o privado, y de manifestar su religión o creencia en forma de culto, celebración, práctica y enseñanza".

Mis amigos, cuán penoso es el hecho de que estos principios fundamentales de libertad religiosa, adoptados hace 20 años por las Naciones Unidas, no son puestos en práctica, especialmente en Europa. Por el contrario, aparentemente una radicalización opuesta a las minorías religiosas ha tenido lugar.

Les decimos esto con amplio conocimiento de los hechos, pues por demasiado tiempo hemos sido víctimas de una campaña solapada, dirigida hacia nuestra vida religiosa y nuestro estado religioso. Sufrimos mucho por esta causa.

Esta lucha abierta contra las minorías religiosas paraliza y asfixia cualquier expresión proveniente de comunidades religiosas jóvenes. Cualquier entidad espiritual que aún no ha sido reconocida por el gobierno, o por grandes instituciones religiosas, notablemente la Iglesia Católica Apostólica Romana, son incluídas en la categoría de "cultos" y, en consecuencia, su misma existencia se halla amenazada.

Entonces se utilizan todos los medios para legalmente disminuir a estas comunidades. Una campaña de desinformación llega a personas bien intencionadas, que de esta manera sólo son capaces de escuchar calumnias y distorsiones de la verdad.

Frente a tales prácticas nos llenamos de consternación, y nos apena decir que en otros países somos mejor recibidos y respetados que en el nuestro. Es nuestro firme deseo que esta llamada "cacería de cultos" llegue a su fin, y que la tolerancia pueda finalmente desarrollarse de una manera real, especialmente en Francia, en Europa y en todo el mundo.

Somos concientes de que muchos comparten estos sentimientos con nosotros. Es nuestro deseo que la legislación sobre cuestiones religiosas sea transparente, sin un "a priori", sin discriminación, y que se base en un total crecimiento y desarrollo de valores espirituales. Sabemos que a largo plazo, las buenas obras realizadas por minorías religiosas serán reconocidas y aprobadas, aún por aquellos mismos que por algún tiempo las hayan cuestionado.

Nos sentimos complacidos de poder participar en esta conferencia hoy. Personalmente he podido observar que a todos nos anima la presencia de una fuerza genuina que consista de una comprensión mutua y un compartir. Las disparidades no nos dividen sino, por el contrario, nos invitan a un diálogo constructivo, en tiempos en que la Paz es una necesidad tan grande para todos nosotros.

La Paz es mi verdadera apelación hoy. La paz en el mundo, la paz en las naciones, la paz en las iglesias, sinagogas, mezquitas y pagodas, en las familias que sufren disturbios. Vivir separados, sin compartir, conduce al prejuicio y el rechazo hacia los débiles, a nivel tanto social como religioso.

Por lo tanto, trabajemos juntos, para poder movernos juntos en forma más cercana, a pesar de nuestras diferencias, para comprendernos mejor los unos a los otros y para aceptarnos más los unos a los otros. Más que nada, que cada uno rechace cualquier odio en su corazón, cualquier amenaza, cualquier sentimiento de venganza. Que el perdón haga renacer la vida de entre los escombros. Que la Misericordia haga brotar la Compasión y el Amor hacia los más pobres.

Mis amigos, trabajemos juntos por un mundo mejor, para que el Reino de Dios pueda descender sobre nuestra pobre tierra. Reciban todos ustedes las aseguranzas de mi amistad religiosa y sacerdotal.

 

[Fín de la declaración]
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